más alla de la mirada

vIDAS IMAGINADAS DESDE LA LUZ

Ismael García Coca, fotógrafo

El concepto

Las vidas de las personas retratadas en esta exposición son interpretadas por cada individuo generando realidades inventadas. No es necesario que ni siquiera existan.

El desarrollo

Mediante el tratamiento de la imagen, del color y del blanco y negro, adosando a cada una un texto reflexivo del autor, se ha trabajado en generar un discurso que conmueva al espectador.

El resultado

49 imagenes de rostros, principalmente del Lejano Oriente, excepto una generada por Inteligencia Artificial, 20 de ellas en blanco y negro, 45 textos locutados en forma de audioguía y dos ambientes que nos trasportan más alla de la mirada: de la del espectador y de las miradas ajenas.

Presentación

Cuando vi por primera vez las imágenes que Ismael García, viajero entusiasta, colgaba en su muro de Facebook, acompañadas siempre de sus reflexiones, emociones y describiéndonos lo que había vivido en esos instantes de aventura frente a la fotografía, supe que todo ese arte no podía quedarse solo a la vista de sus amigos. De ahí nació un compromiso, una ilusión, un proyecto y toda la fuerza que generó en 2022 su primer proyecto fotográfico: “Miradas ignoradas” y del que ha nacido después “Más allá de la mirada”.
Ismael García no solo es fotógrafo, en esta muestra descubrimos también su faceta como pintor digital (sus imágenes están todas tratadas y reveladas a partir de su trabajo en la edición artística de cada imagen) también como escritor de sensibilidad y comunicación trascendentes y donde además descubrimos a un filósofo que en cada texto nos hace reflexionar y nos da su visión personal de la realidad; un viaje al interior de sus pensamientos y su mundo interior.
Con un total de 49 fotografías de retratos, Ismael nos sumerge en un universo de colores y contrastes, explorando la interpretación de las imágenes a través del uso del color y del blanco y negro. Cada fotografía captura la esencia y la singularidad de las personas retratadas, invitándonos a reflexionar sobre la diversidad y la belleza intrínseca de la humanidad; animándonos a que cada uno de nosotros seamos creadores de sus vidas con nuestra percepción e imaginación. No hay nada más significativo y expresivo de alguien que mira que la mirada y el rostro de otra persona.
Esta exposición también se adentra en la tecnología que actualmente está empezando a cambiar amplios conceptos de la creación y que obviamente afecta también a la fotografía: estamos hablando de la Inteligencia Artificial. El reto esta ahí: una de las 49 imágenes de este proyecto ha sido generada por I.A. y no ha traspasado la lente de la cámara de Ismael. El retrato que vemos no pertenece a nadie, no nació, no ha vivido, pero sin embargo nosotros podemos seguir imaginándolo, darle vida propia y crear todo un avatar partiendo de ella. ¿cuál es el futuro de la fotografía a partir de ahora?, ¿Nos transmitirán las mismas emociones las imágenes generadas por I.A? ¿a quién deberemos atribuir su autoría? ¿un algoritmo computacional será capaz de igualar el arte y la sensibilidad mostrada por Ismael en sus 48 fotografías?…
Este es pues el proyecto ilusionante que tienes en tus manos ahora mismo. Disfrútalo, ese es el mejor tributo que esperamos los que hemos trabajado en él.
Diego Fernández
Comisario del proyecto

Una parte del proyecto

Las imágenes

El autor

Ismael García

Fotógrafo y escritor de este proyecto

La mirada se detiene en el color, vehículo que facilita la comprensión de una imagen. A través del color la identificamos como algo cotidiano, perteneciente a nuestra realidad consciente por lo que es más fácil despertar en el espectador emociones y sensaciones reconocibles. De tal manera es así, que incluso se podría decir que el color puede estandarizar la recreación (interpretación) de la imagen por parte de los espectadores.
Cuando contemplamos una imagen, a través del color y del conocimiento del contexto en el que se desarrolla la escena, sin olvidar la influencia de nuestros conceptos sobre la felicidad, el bienestar, el amor etc., nuestro cerebro, automáticamente, recrea esa fotografía atribuyéndole al personaje, un estatus social, cultural, emocional, determinado. Desde ese momento, la vida de esa niña, del anciano o del barrio entero será la que el espectador imagine. Muchos coincidirán en la interpretación y obtendremos reacciones muy similares, por lo que se podría decir que se origina una creación colectiva.
Pero cuando se elimina el contexto, cuando se oscurece parte de un rostro o se modifica la iluminación, cuando los colores son más intensos y saturados de lo habitual, incluso cuando alteramos los tonos y matices, se trasgreden las realidades impuestas y nos forzamos a ir más allá de la mirada. Y ya no será una recreación colectiva. Será un viaje individual a través del color y de la luz con un destino, la mayoría de las veces incierto, que no es otro que establecer una relación especial entre la obra y tú, siendo, quizás, lo menos importante, la imagen inicial.
Y si has tomado ese tren, llegarás a un punto en el que el color ya no será necesario y únicamente nos quedará la luz. La luz que, mágicamente y partiendo del negro intenso, casi sin pasar por los grises, irá dibujando rostros que están más allá del mundo real, incluso de aquellas realidades que se encuentran únicamente al traspasar los límites de nuestra percepción más profunda.
Éstas son imágenes que no pertenecen a nuestros mundos conocidos, que no existen más allá de nuestros sueños, de nuestras alucinaciones, pero que, en un instante, nuestro cerebro las hace reales, seres de carne y hueso, que nacen, viven y mueren, que sufren y gozan, que son capaces de amar, pero también de odiar. Seres reales como nosotros. Y quizás por eso llegan a inquietarnos, puede que nos incomode su visión porque nos obliga a aceptar la crudeza intuida o porque reconozcamos en ellos nuestros miedos, nuestros fantasmas.
Pero, al cabo, ya sea en color o en blanco y negro, las imágenes están para interpretarse, para construir una realidad. Realidades subjetivas, cada cual con las suyas y que posiblemente nada tengan que ver con la vida de estas gentes retratadas. Y alguna de ellas, o varias, quién sabe, puede que nos haga volver la vista hacia mundos que negamos, que para nosotros no existen. Y si sucede esto, si esos mundos se convierten en verdad, habréis conseguido ir más allá de la mirada.

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